¿Qué es?
La anorgasmia (conocida en el contexto médico como «disfunción orgásmica femenina») es la dificultad o imposibilidad (pero no incapacidad) con que se encuentran muchas mujeres a la hora de alcanzar el orgasmo.
En el pasado, se empleaba frecuentemente la palabra «frigidez» para hacer referencia a éste y otros problemas relacionados con la sexualidad femenina. La ignorancia de la diversidad y complejidad de las dificultades sexuales llevaba a este tipo de «etiquetas fáciles» y peyorativas que aún se usan en algunos contextos médicos y que no vienen sino a obstaculizar la normalización y resolución eficaz de dificultades tan habituales como ésta.
Sin embargo, afortunadamente la comunidad científica poco a poco va desechando este tipo de palabras por su claro matiz despectivo (con las consecuencias que esto conlleva, como la estigmatización de las personas afectadas) y por lo poco eficaces que resultan a la hora de conocer, describir y solucionar mejor estos problemas.
¿Por qué se caracteriza?
La anorgasmia puede producirse incluso tras una intensa fase de excitación; es decir, no presupone la existencia de problemas fisiológicos u orgánicos ni tiene por qué afectar a otras fases de la respuesta sexual femenina.
Los elementos que intervienen en el mantenimiento de esta dificultad pueden ser muy variados, aunque en una inmensa mayoría de los casos, aparecen factores como:
- Educación sexual inexistente o demasiado represiva.
- No ha habido un aprendizaje; es decir, existe desconocimiento sobre la forma de estimulación sexual adecuada para alcanzar un orgasmo.
- Desconocimiento de la anatomía sexual femenina.
- Presencia de mitos o falsas creencias sobre la sexualidad femenina: «existen dos tipos de orgasmo: vaginal y clitoriano», «la mujer sólo puede alcanzar el orgasmo mediante el coito», etc.
¿A quién afecta?
Este problema puede llegar a ser bastante frecuente, ya que afecta a mujeres de cualquier edad que, por cualquier motivo, sufran un bloqueo en la fase de orgasmo de su respuesta sexual.
¿A qué se debe?
Se ha demostrado científicamente que sólo un 5% de las causas de la anorgasmia femenina corresponde a problemas orgánicos, lo que significa que el 95% restante es debido a otros factores, especialmente los psicológicos, socioculturales y educativos.
En este tipo de problemas femeninos puede aparecer un factor común con muchos problemas sexuales masculinos: la ansiedad generada por una excesiva autoexigencia, así como otros posibles elementos como el miedo a no estar a la altura o a no resultar lo suficientemente atractiva para la pareja, el temor a perder el control, un represivo sentimiento de culpa, etc.
Otras posibles causas son una estimulación inadecuada en intensidad, duración o forma, una inadecuada o ineficaz comunicación sexual en la pareja, el temor o la vergüenza de la mujer a la hora de expresar con claridad a su pareja sus preferencias sexuales concretas, etc.
¿Tiene solución?
Por supuesto, existe solución para estos problemas desde la terapia sexológica. Tras una evaluación adecuada del caso, el tratamiento pasa por establecer un plan terapéutico que incluya un doble trabajo a nivel cognitivo (educacional y psicológico) y a nivel físico, mediante el aprendizaje de aquellas técnicas que resultan más adecuadas para la consecución del orgasmo de un modo personal, único y adaptado completamente a las circunstancias, preferencias y necesidades de cada mujer.