La aversión al sexo consiste en un miedo o rechazo intenso hacia la actividad sexual (o a cualquier estímulo o idea relacionada con el sexo), pudiendo considerarse en algunos casos una fobia específica al sexo.

¿Por qué se caracteriza?

Aunque sus síntomas pueden manifestarse en formas muy diversas en función de cada persona, quien padece este problema suele mostrar una conducta de evitación activa de actividades sexuales específicas o generalizadas. Son frecuentes los sentimientos de miedo, rechazo, asco, etc., así como los problemas de pareja derivados de esta dificultad.

Generalmente existen algunos indicadores claros de la aversión al sexo:

1.- Un elevado nivel de ansiedad.

2.- Estrés ante la simple idea del sexo, llegando a manifestarse incluso con síntomas fisiológicos que pueden variar en forma e intensidad.

3.- A nivel emocional, aparecen frecuentemente emociones negativas: ira o rabia expresadas o fuertemente contenidas, miedo, impotencia, tristeza… en casos severos pueden darse síntomas depresivos más o menos estables.

¿A quién afecta?

Aunque es más frecuente en la mujer, puede afectar a cualquier hombre o mujer que, -bien por cuestiones educativas o culturales, bien por experiencias negativas o traumáticas en el pasado o presente-, haya iniciado un aprendizaje que le impide poder disfrutar de cualquier actividad sexual de modo relajado y placentero.

¿A qué se debe?

Las causas del problema pueden ser muy variadas: experiencias traumáticas a nivel sexual en la infancia o adolescencia (DEPT), educación religiosa excesivamente estricta, falsas creencias sobre la sexualidad, problemas de pareja, trastorno orgánico o mental, etc. En cualquier caso, generalmente se produce un proceso de condicionamiento basado en la asociación del estímulo aversivo (el sexo) con la respuesta de evitación, acompañada de síntomas fisiológicos y emocionales que provocan un intenso malestar.

No obstante, al tratarse de una dificultad en la que influyen múltiples factores (psicológicos, emocionales, culturales…) debe realizarse una evaluación pormenorizada de cada caso particular antes de iniciar la intervención.

¿Tiene solución?

La terapia sexual ofrece técnicas consolidadas para la resolución de este problema como la práctica de ejercicios de focalización sensorial, mindfulness y desensibilización sistemática, acompañados de un enfoque terapéutico adecuado, como la terapia racional-emotiva.