Sin duda, si ha habido una consulta mayoritaria a lo largo de mi trayectoria profesional como sexóloga clínica, ha sido esta. Y es que, queramos admitirlo o no, lo cierto es que muchas personas no logran disfrutar plenamente de sus relaciones sexuales, creyendo erróneamente que es por culpa del preservativo cuando, en la mayor parte de los casos, la insatisfacción sexual se debe en realidad a otros motivos, tal y como nos indica la evaluación clínica.
Evidentemente, partimos del derecho sexual y la libertad esencial de cada persona –hombre o mujer- a optar por el método anticonceptivo deseado o preferente. No solo por una cuestión ética, sino también porque a nivel médico, lo que puede ser adecuado para una persona, puede estar incluso contraindicado para otra.
A partir de ahí, el sentido común nos dice que para escoger algo como preferente o favorito, deberíamos basarnos en un criterio lógico, científico y, sobre todo, adecuado a nuestra salud y bienestar personal. Por tanto, sin recibir una información sexual de calidad y rigor científico, no estaremos preparados para poder escoger apoyándonos en un criterio fiable.
En este sentido, conviene recordar sobre todo a muchos jóvenes -que parecen ahora más reacios que nunca a proteger y protegerse- una magnífica noticia científica (algo que, por otra parte, nos viene como agua de mayo en tiempos de pandemia): el caso del condón o preservativo es ese caso especial en el que podemos decir, con total seguridad y certeza, que evita, además de las serias consecuencias de los embarazos no deseados, enfermedades leves, enfermedades graves y muertes.
Evidencia científica sobre el preservativo
Concretamente, los datos publicados por la OMS en junio de 2020 nos dicen que:
Los preservativos son el único método anticonceptivo que puede evitar tanto el embarazo como la transmisión de infecciones de transmisión sexual, incluida la causada por el VIH.
Si bien es cierto que la OMS incluye algunos métodos hormonales y quirúrgicos (esterilización) como muy eficaces, los métodos de barrera son, sin duda, la mejor elección en los siguientes casos:
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Cuando decidimos evitar posibles complicaciones y efectos secundarios derivados de otros métodos.
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Si están contraindicados por nuestro médico.
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Al no tener pareja sexual estable.
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Si optamos por un método más versátil, rápido y cómodo a nivel de uso y de protección general.
De hecho, de entre todos los métodos anticonceptivos contemplados por el estudio de la OMS, el preservativo masculino (usado de forma constante y correcta) tiene un nivel de eficacia bastante superior a métodos tan populares como ineficaces, como son los métodos basados en el calendario de fertilidad o “método Ogino” (método de los días fijos, método de los dos días) y, por supuesto, superior también a la “marcha atrás”.
¿Marcha atrás? No, gracias
La marcha atrás es una práctica que incluye la OMS en su estudio. Sin embargo, la experiencia clínica nos demuestra a los sexólogos que ni siquiera «merece” ser considerada “método anticonceptivo”. Esta práctica de riesgo alcanza, de hecho, una tasa de 20 embarazos por cada 100 mujeres. Además de esto, las consecuencias negativas que tiene el mantenimiento de esta práctica para la salud sexual están ampliamente demostradas:
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Embarazos no deseados.
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Problemas de erección y de control eyaculatorio (eyaculación precoz, eyaculación retardada) que alteran la capacidad de atender a las sensaciones preorgásmicas.
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Trastornos psicológicos en el hombre, derivados del estrés que supone estar alerta para no eyacular intravaginalmente (rol de espectador, ansiedad de ejecución, etc.).
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Dificultades emocionales derivados de las posibles dificultades sexuales anteriores (frustración, rabia, culpa, sensación de indefensión…)
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Problemas de pareja: a veces, el estrés experimentado de forma recurrente por el hombre en las relaciones sexuales en las que recurre a esta práctica, puede acabar interfiriendo en áreas clave de la relación de pareja: comunicación, confianza, complicidad, etc.
La talla y forma del preservativo importan
Por otra parte, sabemos que muchos hombres manifiestan sentirse incómodos con la sensación de tener puesto el preservativo. No obstante, tras evaluar detenidamente estos casos, comprobamos que la mayoría de las veces se debe a no usar un preservativo con el ancho o la forma adecuada.
En otros casos, pueden estar manteniéndose además falsas creencias que refuercen a nivel cognitivo esta sensación subjetiva de incomodidad física. (El famoso mito de que el condón interfiere en el placer sexual). O se puede haber producido un condicionamiento aversivo por asociación con alguna experiencia sexual negativa previa. Todos estos casos se pueden tratar con terapia sexual.
Ventajas de usar el preservativo
En cualquier caso, la industria del preservativo se encuentra en el momento de mayor evolución de su historia. Esto nos ofrece ventajas significativas de las que todos podemos beneficiarnos, como estas:
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No necesita receta médica.
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Es muy económico.
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Reduce eficazmente el riesgo de embarazos no deseados si se usa correctamente.
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Reduce eficazmente el riesgo de ETS si se usa correctamente.
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Existe una amplia gama de modelos en el mercado, permitiendo una agran adaptación a las necesidades particulares de cada persona.
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Puedes optar por los preservativos sin látex si tienes alergía al látex.
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Evitas los efectos secundarios de los métodos hormonales y las intervenciones quirúrgicas.
Espero que toda esta información científica te ayude al menos a disponer de datos fiables antes de decidir finalmente cuál es tu método anticonceptivo favorito.
Si, a pesar de todo, te gusta este método, pero tienes dificultades al usarlo, puede que estés pasando por alto alguna cuestión importante. Seguro que la podremos identificar y solucionar en mi consulta online.
Gracias por invertir tu tiempo en tu salud.
FELIZ SEXUALIDAD.
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